18 de noviembre de 2024
Estructuras centenarias de San Pedro de Atacama
Tierra Atacama, comprometida con la sostenibilidad y la conexión con la cultura local, continúa la tradición de incorporar técnicas de construcción centenarias.
Agua turquesa; montañas rosas, malvas y sienas. La sal forma el suelo bajo nuestros pies. El paisaje es venusino y me encuentro en otra galaxia. El planeta de los flamencos. Tomo nota: el rosa neón de sus plumas interrumpe eléctricamente los suaves colores del paisaje.
Salí como un astronauta en busca de agua como primer indicio de vida. Sí, hay agua; y es un espejo del cielo. Emana en forma de salinas, embalses, tímidos afluentes y placas de hielo que se solidifican por la noche y resisten el sol del día.
Las plantas brotan compactas con expresión minimalista, como si temieran al desierto. Lo hacen para recoger la humedad y evitar las grandes superficies expuestas al sol. En su resistencia reside su encanto. Muchas tienen poderes medicinales ancestrales descubiertos por las culturas locales aymara, quechua y atacameña, que ahora se utilizan de forma creativa en la cocina. Llevo conmigo una lista de especies que espero encontrar e ilustrar: Copa-Copa, Pingo-Pingo, Rica-Rica. ¿Por qué se repiten los nombres? Nadie supo responder con precisión a esta pregunta; sin embargo, tiene que ver con el concepto de abundancia que ellos creen.
Cortar las plantas para recoger muestras abrió la puerta a un paisaje completamente distinto: el olfativo. ¿Quién iba a imaginar que en los pálidos y desaturados granos de la Rica-Rica se concentraba tanto aroma? No es de extrañar que se utilice para perfumar cócteles, infusiones y helados en el hotel.
El verde también brilla en el propio suelo. El sol activa los minerales, y todo parece arpillera, esmeralda y verde-negro en lo que llaman el Valle del Arcoiris. Aquí los paisajes son poesía visual, y sus nombres también suenan a poesía: Valle de la Luna, Llano de la Paciencia...
A medida que ascendemos hacia el cielo - 2.800 metros, 3.200, 4.500... cada nivel altitudinal ofrece su propia expresión de vida: sus propias aves, animales y plantas residentes. Los habitantes de este planeta colaboran con la misión, y me permiten acercarme para fotografiarlos y dibujarlos.
Por el camino encontramos una gran roca de azufre que puede haber saltado del cráter de un volcán. O eso imagino. Su estructura molecular se ha organizado para brillar en fragmentos de blanco y amarillo neón. Confirmo la idea de que este lugar puede confundirse con otro mundo, y este conocimiento me parece un tesoro intergaláctico.
Aquí crece una especie de hierba que llaman paja brava, que alfombra de oro las llanuras desérticas. ¡Yo digo oro! Brilla como una alfombra de terciopelo dorado. ¿Sabe el desierto que el amarillo es el color complementario de los violetas y los azules, y resalta así aún más las lagunas de la meseta? Eso parece.
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